Una microbiota intestinal sana y equilibrada ayuda al sistema inmunitario a defenderse de los patógenos, al tiempo que tolera sustancias inocuas2,3, como el polen y la proteína de la leche (lo que permite que no se produzcan reacciones alérgicas graves o que estas sean escasas).
Por el contrario, una microbiota desequilibrada, también llamada disbiosis de la microbiota intestinal, está vinculada con alergias y enfermedades como asma, desórdenes de inflamación intestinal, eccema y diabetes.4,5
Cada vez hay más pruebas que sugieren que la disbiosis de la microbiota intestinal en los primeros años de vida está estrechamente relacionada con el desarrollo de alergias alimentarias, incluida la Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca (APLV).6,7 En comparación con los bebés sanos, los bebés con APLV tienen una microbiota intestinal desequilibrada con niveles más bajos de bifidobacterias.7
Aunque sigue sin estar claro exactamente cómo la disbiosis de la microbiota intestinal provoca alergias alimentarias, los estudios sugieren que la microbiota intestinal afecta al sistema inmunitario al cambiar el metabolismo y la respuesta inmunitaria del organismo.1,4 Por lo tanto, es posible que los lactantes con APLV, que son más propensos a las infecciones8, necesiten no sólo una resolución eficaz de sus síntomas alérgicos, sino también un medio para reequilibrar la disbiosis de la microbiota intestinal, que podría estar asociada a un peor funcionamiento de su sistema inmunitario.